A partir de la fecha de 1917 la crisis del liberalismo era ya patente. En su estallido influyeron tres procesos:
Los problemas políticos.
La coyuntura de expansión ecoómica.
La conflictividad social que estaba provocando la guerra mundial.
El juntismo Militar.
La intervención del ejército en política quedó patente cuando asaltó dos revistas catalanas, lo cual tumbó al gobierno de Montero y propició la aprobación de la ley de jurisdicciones.
La situación se agravó debido a la división entre los militares peninsulares y africanistas que crearon las Juntas Militares de Defensa, las cuales solicitaban mejoras presupuestarias y la convocatoria de unas Cortes Constituyentes. El gobierno de Dato legalizó estas Juntas.
Asamblea de parlamentarios.
A iniciativa de los diputados catalanes tuvo lugar en Barcelona una reunión de diputados no dinásticos con la intención de evitar una revolución y proponer la formación de un gobierno provisional y la convocatoria de cortes constituyentes. Este nuevo intento de "reforma desde arriba" hizo evidente la posibilidad de una revolución desde "abajo".
La huelga general.
Las desigualdades sociales provocadas por la euforai económica de la guerra reforzaron al sindicalismo que aspiraba a lograr un mejor reparto de los beneficios.
De forma paralela a todos estos movimientos se desarrolló un conflicto con los ferroviarios que llegó a ampliarse a toda la Compañía del Norte.
Antre la intransigencia de la patronal, apoyada por el gobierno, la UGT convocó una huelga general seguida en los principales centros industriales.
Para combatir la huelga, el gobierno recurrió al ejército que llevó a cabo una dura represión con alrededor de 100 muertos.
El balance de la crisis.
Del balance de la triple crisis de 1917 se deducen tres hechos fundamentales:
Imposibilidad del turnismo.
El reformismo se vio superado por una posible revolución social similar a la rusa.
El ejército comenzó a participar en política.
Del sistema de la restauración, por tanto, sólo quedaba el rey Alfonso XIII.
Hacia la dictadura.
Desde el 17 hasta el 23 es la etapa más conflictiva e inestable del reinado de Alfonso XIII, debiéndose a:
El contexto europeo que sufría una gran conmoción tanto política como social tras la IGM.
En España se agravó la guerra de Marruecos que acentuó el protagonismo del ejército en detrimento de los civiles.
La inestabilidad de los gobiernos.
Roto el bipartidismo, los gobiernos eran muy débiles y se intentaron soluciones con poco resultados como:
Los gobiernos de concentración nacional, pero llenos de rencillas personales entre sus propios miembros.
A partir del 19 se fueron alternando gobiernos de fracción y de coalición.
Intento de restaurar el turnismo.
La formación de estos gobiernos hizo que se creara un nuevo turnismo formado por las fracciones de los antiguos partidos dinásticos.
La cuestión catalana.
La presencia del ejérctio en la vida política recrudeció la cuestión catalana en la que confluyeron dos problemas:
La reivindicación de la autonomía política, lo cual desencadenó una ola de anticatalanismo en el resto del país.
Una gran conflictividad social en Barcelona con movimientos huelguísticos y el pistolerismo entre los sindicatos como la CNT y los "libres".
La burguesía catalana formó una alianza con el ejército que unido a la ley de fugas ejercieron una terrible represión contra los anarquistas.
miércoles, 4 de marzo de 2009
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